jueves, 6 de febrero de 2020

Castillo de naipes


Alcanzo los ocho pasos hasta la verja
y la llave gira
bailando al ritmo de mis latidos.
Atravieso el jardín con el aroma del naranjo
en mi cerebro enamorado.
Cada momento me abrasa.

El ascensor detiene los instantes de una angustia
atrapada en la impaciencia de tenerte.
Fundir nuestras miradas,
envolvernos sin cordura y
cabalgar.

Empuño la llave
y disparo las cuatro vueltas.
Asalto el kilim turco de la entrada. Entonces
pataleo tu ausencia,
otra vez
la que no falla.



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