lunes, 18 de enero de 2021

El nido de los porqués




 

Aplaudo 
cuando esparce  respuestas 
cuando luce hilos rotos de pensamiento,
un nudo de porqués infantiles o
flecos que mimbrean jugando 
con la moral.

Me desnudan sus preguntas
con  impúdica mirada que
no conoce la duda, ni los juicios, ni
los momentos idóneos.

Me apabulla, me ata
mientras me remuevo para soltarme.
Le pido un poco más
cuando necesito que pare un momento.

El incendio que me provoca
es una pura adicción que
me obliga a pactar con el tiempo
mientras me lanza a vivir sin descanso
a deambular sobre un puzle
e indagar  en todas las piezas.

Me llena de sabores
que atrapo con la yema de los dedos
en los rincones 
de un texto 
en el suave fluir de la mirada cuando 
camina lenta
sobre el borde de las cosas,
cuando interrogo unos labios
una textura, una sombra o
una luz 
que parpadea.

Se ha recluido conmigo
y le entrego cada noche lo que soy.
Sé que viene de muy lejos.
Atesoro un hechizo antiguo
que iniciaron otros que 
miraron más arriba.

Ahora,
en las  mañanas más turbias,
frente al oleaje del tiempo, pienso
si seré capaz, 
bendita curiosidad,
de mantenerte a mi lado, porque
esa pregunta
                                     me salva.  



.