Aplaudo
cuando esparce respuestas
cuando luce hilos rotos de pensamiento,
un nudo de porqués infantiles o
flecos que mimbrean jugando
cuando luce hilos rotos de pensamiento,
un nudo de porqués infantiles o
flecos que mimbrean jugando
con la moral.
Me desnudan sus preguntas
con impúdica mirada que
no conoce la duda, ni los juicios, ni
los momentos idóneos.
Me apabulla, me ata
mientras me remuevo para soltarme.
Le pido un poco más
cuando necesito que pare un momento.
El incendio que me provoca
es una pura adicción que
me obliga a pactar con el tiempo
mientras me lanza a vivir sin descanso
a deambular sobre un puzle
e indagar en todas las piezas.
Me llena de sabores
que atrapo con la yema de los dedos
en los rincones
de un texto
en el suave fluir de la mirada cuando
en el suave fluir de la mirada cuando
camina lenta
sobre el borde de las cosas,
sobre el borde de las cosas,
cuando interrogo unos labios
una textura, una sombra o
una luz
una textura, una sombra o
una luz
que parpadea.
Se ha recluido conmigo
y le entrego cada noche lo que soy.
Sé que viene de muy lejos.
Atesoro un hechizo antiguo
que iniciaron otros que
miraron más arriba.
Ahora,
en las mañanas más turbias,
frente al oleaje del tiempo, pienso
si seré capaz,
bendita curiosidad,
de mantenerte a mi lado, porque
esa pregunta
me salva.
de mantenerte a mi lado, porque
esa pregunta
me salva.
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