lunes, 3 de agosto de 2020

Ayer tarde




                                                                                A tí


El pueblo era más pequeño que tú. Tus alas no cabían en sus calles y el brillo indómito de tu pelo deslumbraba las ventanas venenosas.

Nuestras risas merendaban en la acera entre pasos de baile y flores de pan y quesico. Una aventura  cada tarde hasta que ardieron en la alameda los primeros cigarrillos y los amores desconcertaron a la amistad.

El tiempo enfrió la infancia y se nublaron los recuerdos más los lazos rescataron las miradas.

Aquella mujer sigue agarrada a sus alas de colores; poderosa, muerde cada palabra, me abraza con sus plumas imbatibles y su vuelo rebelde.
Es mi amiga, Mari Paz.




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