jueves, 16 de abril de 2020

¿Dónde las dejé?





De la nariz despegó su último vuelo al acostarse.
Se había desabrochado el sostén de la mirada.

El despertar fue un correr de manos indecisas,
de parpadeos perdidos  por la mesita de al lado.
Necesitaba esos hilos de cristal 
para abotonar  cada imagen a sus colores perfectos,
para esparcir los acentos y amasar las siluetas,
para untar la pomada del primer vistazo.

Sus pestañas ondearon como las banderas bajo la lluvia,
se avivaba los párpados con los dedos para acercarse el paisaje,
tanteó  unos pasos y enhebró las primeras líneas
pero una esquizofrenia oculta desdoblaba el  lagrimal.

Fue a buscar a tientas los tiradores y los picos de la mesa,
a revolver los cojines,
a arrodillarse y tocar en la alfombra los dibujos,
a desnudar cajones, a levantar bien las tapas,
a deshojar la prensa caduca.

Y a rumiar.

Repasando la última vez,
divisando el último paso,
derramando el último soplo.

Cuando vuelve a la mesita las intuye entre sus libros.
Discute con la memoria y tira de ellas con lentitud.
Las pasea por las sienes, las abrocha en los oídos y se las calza en la nariz.
Resetea el sistema, 
elige la mirada, 
ajusta su retina

vuelve  a respirar.

No puede encontrarse
sin ellas.

5 comentarios:

  1. Qué belleza de imágenes. Me parecen exquisitas las metáforas. Enamorá me tienes, Maruja.

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  2. Enhorabuena, escritora. Un abrazo sin miedo. Se te echa de menos. Nos veremos pronto.

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  3. Muchas gracias.
    Deseando los reencuentros poéticos.

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  4. Es un placer leerte, construyes imágenes muy sugerentes, algunas de una sutileza que impresiona.

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